14/09/2023

EL FÚTBOL NO ES UN DEPORTE

Escrito por Fernando García Regidor

Escrito por Fernando García Regidor.

 

Oigo tronar ahora mismo desde mi ventana. Llueve en Bilbao, con un vistoso aparato eléctrico y me viene a la cabeza la tremenda tormenta que se ha desatado en el mundo del fútbol por el feo affaire Rubiales-Hermoso durante la celebración de la victoria de las españolas en el mundial.
Parece ser que muchas personas se acaban de dar cuenta de que en el deporte rey (hablemos rancio), la cosa de los valores está, digamos que cuanto menos, un poco descuidada.
Dicen que hay algo de machismo en ese mundo, para sorpresa de cualquiera que haya estado toda su vida metido en una cueva de hielo en el Polo Norte.
Se habla ahora de que igual hay un poco de machismo, como hace poco se habló de que a lo mejor también había un poquito de racismo en ese mundo.
Todo por no ir al grano y reconocer claramemente lo que todo el mundo sabe, pero la mayoría prefiere ignorar: que el fútbol profesional es una fosa séptica rebosante de machismo, racismo, homofobia, manipulación social, violencia, clasismo, corrupción, garrulería, mitificación de personajes mediocres, aborregamiento, irracionalidad, derroche y culto al capitalismo más salvaje.
He sido abochornado testigo de cómo padres y entrenadores adultos se comportaban como auténticos energúmenos en partidos de fútbol de niños de ocho años. He visto cómo se les inculca la competitividad, el individualismo y se les ponen como ejemplos a seguir a completos mentecatos, eso sí, multimillonarios.
Los valores del deporte, dicen.
Hemos visto cómo se ha utilizado el fútbol para fomentar y exacerbar el nacionalismo español. Para animar a pasear rojigualdas a esos que antes no se atrevían, se avergonzaban o ni siquiera se lo planteaban. Un buen abono para que germinase la extrema derecha de la manera que lo ha hecho en los últimos años.
Vemos como personas adultas que no llegan a fin de mes y tienen que malvivir en una habitación alquilada de un piso compartido, idolatran a jugadores profesionales veinteañeros que ganan millones y pasean en Lamborghini sólo por jugar al fútbol. Es delirante.
Pero más delirante es que se pretenda justificar todo este disparate apelando a "los valores del deporte". La mistificación del deporte y los deportistas como la representación de todas las virtudes celestiales descendidas al planeta Tierra.
Es deporte el partidillo que te echas con tus amigotes para hacer ejercicio, divertiros y pasar un rato agradable con personas que te importan. Esto otro es otra cosa. Y lo sabes.
Gritarle a la tele mientras le pides otra ronda al camarero no tiene nada que ver con el deporte. Y también lo sabes.
Hacer como que la mierda que rebosa de esa fosa séptica que es el fútbol profesional no existe, o que si existe, tampoco huele tanto, significa ser algo más que un espectador. Significa formar parte del problema.
Cualquier persona con un mínimo de conciencia social tiene la obligación ética de reflexionar, replantearse con qué está colaborando y evolucionar para ser mejor persona.
La excusa de las pasiones y sentimientos irracionales e inexplicables arrastrados desde la infancia, dejémoslas para los adoradores de pasos de Semana Santa. Seamos serios y adultos, por favor.
Oigo por la ventana que parece que se aleja la tormenta de Bilbao. Ya llueve menos. Lo mismo pasará con esta otra tormenta. Pasará. Hasta la próxima, en la que lloverá sobre mojado.

 

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