15/06/2012

Rescata al culpable

Escrito por Endika Alabort Amundarain

La doctrina del shock, en la que a través de desastres, medidas draconianas y recortes brutales,  logra tal nivel de conmoción y confusión en los afectados que les deja paralizados, sigue su curso. Ahora ha sido el “rescate” con 100 mil millones de euros, o lo que viene a ser sobre el 10% del producto interior bruto[1]. El gobierno del Partido Popular aplaude la medida, aunque sea a solas y con algo de timidez. En el entorno más cercano, la patronal vasca Confebask considera que la decisión es la mejor de las opciones existentes, y el Círculo de Empresarios Vascos ve el rescate como una buena noticia. Entre los expertos que salen en los medios de comunicación del capital hay críticas, como las del neoliberal Xavier Sala i Martin y el del transformado a progresista Paul Krugman, pero todos lo ven como algo necesario. Es esa la idea que va asentándose.

La jugada ha sido la siguiente. El capital (tanto local como trasnacional) ha invertido en lo que le reportaba suculentos beneficios (en este caso el ladrillo, entre otros negocios), con la complicidad del Estado, que para algo lo controlan. Pero se acabó la fiesta para algunos (para otros sólo acaba de empezar, a río revuelto...), y resulta que los hipotéticos beneficios que iban a tener se quedan en eso, hipotéticos. Entonces, el Estado se hace cargo de los problemas, pagando entre todos (menos el capital, por supuesto) las deudas contraídas, y listo. El capital se beneficia, y por goleada.

Según lo que aprendí estudiando, en el libre mercado, si una entidad no es rentable, deja el mercado. En este caso, sería dejar salir del mercado financiero a bancos y cajas de ahorros. Haciendo la traducción del lenguaje económico, quiebran y punto. Pero parece ser que el sistema financiero está por encima del bien y del mal, y en nuestro caso, no debe quebrar. ¿Por salvar nuestros exiguos ahorros? No. Porque si quiebran, dejan de pagar sus deudas, contraídas con el capital financiero internacional. Es una transferencia de nuestro bolsillo al capital (adjetivado financiero), que es el que sigue beneficiándose pese y gracias a la crisis.

Quien piense que la situación se va a calmar, que le pregunte a los griegos. O a cualquier país que haya sido intervenido. Lo que se está haciendo es exprimir aún más a las clases populares. Ya se está hablando de la carga que va a suponer al erario público devolver la cantidad prestada más los intereses, ya que no hay que olvidar que es el Estado el que se hace cargo de su devolución, esto es, pasa a ser deuda soberana.

Repiten constantemente que no es un rescate al uso, que no se va a aplicar un plan de ajuste como los aplicados en países de Latinoamérica, África, Asia..., que nos viene regalado. Sólo siguen con la farsa. Hace tiempo que el Estado (y sus apéndices autonómicos, provinciales y locales) están intervenidos. La política de recortes basada en la retórica neoliberal de la que Rajoy sólo es un paso más, sólo se ha acelerado. Y no se puede entender esta trasferencia de cientos de miles de millones de euros al Estado, sin que este haya cumplido “sus” deberes: ampliación de la edad de jubilación, implantación del despido libre y gratuito, la sanidad y enseñanza sólo para los ricos... a la vez que trasvasan al capital áreas que jamás deberían estar bajo la lógica del mercado. Los recortes en derechos sociales, donde esas necesidades (en sanidad, servicios sociales...) siguen vigentes y en situación de crisis aumentan, pasan a ser cubiertos por el capital privado (ya sea concertado con el Estado o por sí sólo), bajo pago. Todo esto con la colaboración y complicidad directa del mismo Estado.

Como ejemplo tomo el Consenso de Washington de 1989, primero pensado para América Latina, aunque se haya generalizado de la mano del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial e instituciones similares. En él se entendían como reformas los siguientes puntos, que paso a explicar brevemente:

  • La aplicación de disciplina presupuestaria, logrando el famoso déficit cero, ingresos igual a gastos.
  • Cambiar las prioridades en el gasto público, disminuyendo el gasto público en general, pero sin tocar infraestructuras y áreas donde se beneficia el capital de una manera directa.
  • Llevar a cabo una profunda reforma fiscal, donde se generalizase el pago de impuestos, pero de una manera cuasi-regresiva, sin tocar el bolsillo de los ricos.
  • Que los tipos de interés estén dictados por los mercados, como el Euribor.
  • Unos tipos de cambios entre diferentes monedas libres, sin estar prefijados.
  • La liberalización comercial generalizada, desregulando horarios, quitando leyes que protejen a productores locales...
  • La aplicación de una política de apertura respecto a la inversión extranjera directa, con la que toda empresa pueda ser comprada y vendida por cualquier corporación, fondo de capital riesgo... de cualquier parte del mundo.
  • Llevar a cabo una política de privatizaciones integral y una política desreguladora de todos los mercados (en la que encontraríamos el mercado laboral).
  • Y por último, defender a ultranza los derechos de propiedad, con el que se pretende hacer desaparecer lo público en aras de lo privado. Ciertas apartados no son posibles aplicarlos directamente, como el de los tipos de cambios libres, ya que de momento estamos en el euro, pero en el resto de ámbitos, si ya no se han llevado a cabo, forzados por la Unión Europea, entre otros, están en proceso de ir más allá.

¿Qué le reportó a América Latina la aplicación de este tipo de medidas? Un aumento de la pobreza, poco o nulo crecimiento económico, una redistribución del ingreso a favor de los ricos y un empeoramiento de las condiciones sociales. El aumento del PIB en la década de los '90 fue de un mísero 1% anual, a la vez que aumentaba el desempleo y la pobreza se convertía en la realidad de más de la mitad de la población.

Ante este brutal ataque no nos podemos quedar quietos. Hay que señalar al culpable y pasar a la ofensiva. Ofensiva a todos los niveles. Presionando día a día a los culpables y beneficiados de esta situación. Utilizando todas las herramientas de las que disponemos. Movilizándonos. Con el claro objetivo de ir hacia la huelga general, a la ofensiva y con los objetivos muy claros.

Porque tampoco hay que olvidar que esto es una guerra de clases, y como dice el multimillonario Warren Buffet, su clase, la de los ricos, está ganando. Hasta ahora.



[1]   El PIB es la suma de todos los bienes y servicios finales que produce un país en un periodo (un año, en este caso).