27/09/2022

MIEDO, SOLIDARIDAD

Escrito por Enrique Hoz

El sábado 24 de septiembre muchos compañeros y compañeras de la CNT nos acercamos a Madrid. También hay que agradecer la presencia de miembros de otras organizaciones que se solidarizaban con el motivo que nos llevó a la capital del Estado Bananero Español, que era, ni más ni menos, que acudir a la manifestación de apoyo a las compañeras de la CNT de Gijón encausadas por el conflicto conocido ya como “La Suiza”.

Un conflicto sindical con “La Suiza”, una pastelería de esa localidad, donde se dan cita unas horas extras impagadas y días de vacaciones pendientes de disfrutar con un trasfondo de género invisibilizado, lo complica la parte empresarial de tal manera que su arrogancia le provoca un bloqueo cognitivo imposibilitándole entender lo que es el respeto a los derechos laborales y a la igualdad de la mujer en el campo del trabajo.

El caso es un cúmulo de despropósitos, en un contexto judicialmente complejo, con piezas que se van cruzando, recovecos, aplicación de la Ley Mordaza, cuestiones de Orden Público, de tal manera que se va creando un relato que judicialmente era vendible gracias a una campaña en el territorio asturiano por parte de la Patronal, de la Policía y de la Judicatura. Una campaña consistente en el ataque y el desprestigio hacia el sindicalismo, el feminismo y la Clase Trabajadora.

¿Qué hay detrás? Un imbécil, un perfecto “hijo del Patriarcado” (utilizando la acertada expresión acuñada por una compañera), que por ser hombre y empresario se cree que tiene total potestad para hacer alusiones al cuerpo, vida sentimental y maternidad de su trabajadora.

Y así es como se llega a una pena de tres años y medio de cárcel para cada una de las acusadas y 150.000 euros de indemnización, con una sentencia que condena a nuestras compañeras por unos tipos penales cuando en realidad eran acusadas por otros, siendo el caso otra muestra más de abuso por parte de la Justicia.

Los anteriores párrafos no son más que un resumen básico y elemental para quien desee tener una pequeña toma de contacto con el caso.

Mi intención es, sin dejar el tema, transitar por otro camino, por el camino del miedo. Una de las compañeras encausadas, en su intervención al final de la manifestación, hizo alusión al miedo en varios momentos de su discurso: “(...) con miedo intentaron paralizar a una trabajadora (…) tras sacar el conflicto a la calle, empezaron las identificaciones, las detenciones irregulares, las denuncias incesantes con los argumentos más absurdos, todo para atemorizarnos y poner fin al apoyo entre mujeres (…) nos condenan porque aun con miedo, no retrocedemos (…) no vamos a permitir que nos paralice el miedo (...)”

Cuando un conflicto sindical se traslada a la calle, la acción concreta sabes cómo empieza pero no cómo acabará. Me refiero a ese momento de tensión con los cuerpos represores en el que la reivindicación más inocua deriva en un enfrentamiento de consecuencias imprevisibles, desde quedar en un forcejeo hasta sentarte en el banquillo de los acusados con una petición de cárcel que amenaza con aplastarte.

Yo he experimentado ese miedo en numerosas ocasiones y la militancia política me sirve a modo de entrenamiento con el fin de aprender a gestionarlo de manera que no me paralice ni me haga retroceder. No es tarea fácil y en soledad, imposible. Por eso, la solidaridad y tejer redes de apoyo son los ejes fundamentales para que el miedo no gane la batalla. Juntarnos, unirnos, asociarnos, compartir nuestros miedos provoca una sinergia de efecto boomerang que regresa cargada de resistencia contra el miedo individual.

Las compañeras de Gijón tienen miedo, es más que comprensible, pero ello no les impide afirmar que volverían a actuar como lo han hecho en el conflicto de “La Suiza”. Son mujeres que cuidan de mujeres, que crean en silencio espacios para proteger a aquellas que son las vulnerables, las olvidadas del Estado y del Patriarcado. Pase lo que pase, no están solas ni lo van a estar.