23/09/2025

LEER LLEVA SU TIEMPO

Escrito por Enrique Hoz

Vuelta a la redacción de los artículos de opinión tras unas cuantas semanas de inactividad. Por medio he disfrutado de unas merecidas y siempre cortas vacaciones en las que leer conserva su estatus, al igual que el resto del año, como actividad fija.

Soy consciente de que la lectura lleva su tiempo y más si se utiliza para ampliar conocimientos. La chavalería de mi generación tuvimos la oportunidad de ir al colegio, algo que, por ejemplo, mi padre y mi madre apenas conocieron. Ahí aprendimos la base, lectura y escritura, entre otras cosas, para, en el futuro, desarrollarnos como personas, con todo lo ambiguo que suena esto último. Sin ellas, lectura y escritura, no significa caer irremediablemente en el fango pero el analfabetismo, de entrada, es una seria limitación a la hora de abordar diferentes etapas de la vida.

Hoy, la tasa de alfabetización en el Estado Bananero Español para la población adulta mayor de quince años se sitúa casi en el 100%, por lo tanto, la mayor parte de la población puede leer y escribir. Cómo se usa el conocimiento de la lectura y la escritura, ya es otro tema.

Sabiendo por descontado que aprendemos primero a leer como paso indispensable que precede y facilita el aprendizaje de la escritura, voy a detenerme en la lectura.

¿A quién no le han hecho alguna vez la siguiente prueba? Te mandan leer un texto en voz alta. Lo lees a la perfección, haciendo las pausas correctas, con el tono en su justa medida, acentuando cada palabra con acierto y dejas al personal con la boca abierta. Finalizas tu intervención con el pecho inflado de orgullo por tu destreza vocalizadora y, a continuación, te piden un resumen, también en voz alta. El pecho se desinfla como la pedorreta de un globo y descubres que tu concentración por leer de manera impecable no ha dejado espacio para la comprensión. Me refiero a textos sin tecnicismos, como podría ser el caso de una sentencia jurídica o un diagnóstico médico donde, por mucho que lo leas, si no estás familiarizado con el gremio o el ambiente, te vas a quedar como una vaca mirando al tren.

Leer, si no va acompañado de la comprensión de lo leído, es perder el tiempo. Si hace falta leer una página varias veces para comprender el texto en él escrito, se lee y punto. Solo así ampliaremos conocimientos, vocabulario, construcción gramatical y nos facilitará escribir, en el caso de que apetezca enfrentarse al folio en blanco.

Voy a la página web del Ministerio de Cultura y me entero de que, por primera vez, el porcentaje de población que lee libros en su tiempo libre supera el 65% de la población; que el porcentaje de lectores frecuentes se mantiene en cifras superiores al 50%; que el 75,3 % de la población entre 14 y 24 años lee libros en su tiempo libre; que el perfil del lector tipo sería una “mujer joven con estudios universitarios que vive en un ámbito urbano”; que se reduce al 34,5% el porcentaje de personas que no leen nunca o casi nunca.

Viendo el discurrir de la sociedad en la que me desenvuelvo, no es descabellado afirmar que ese 34,5% de personas que no leen son las que parecen marcar el paso. Y me atrevería a sumar al club de las no lectoras a todas aquellas personas que aún perteneciendo al 65% de la población que lee, su capacidad de comprensión es más que discutible. ¿Y por qué me meto en este charco? Porque el mensaje corto, líder incontestable de las nuevas tecnologías, escala peldaños a pasos agigantados en la escalera que lleva a la incultura, al desconocimiento, a la ignorancia, todo ello premiado sin rubor en ese mundo de las redes sociales en las que cualquier paleto iletrado puede hacerse de oro. El mensaje corto facilita memes, publicidad, bulos sin la menor argumentación, contribuyendo negativamente a la capacidad de concentración. Es una tentación leer nada o lo mínimo, no requiere de tiempo y encima hay quien sienta cátedra, cuenta con club de seguidores y genera pingües beneficios.

Por ser una persona lectora no se es mejor que otra, pero, al menos, la lectura ofrece la oportunidad de ampliar lenguaje, pensamiento, espíritu crítico. Sí, no me cabe la menor duda, la lectura es un patrimonio cultural a conservar y proteger.