Mucho se habla de la legalización del PCE en abril de 1977 (aquel sábado santo), por todo lo que había significado la demonización del comunismo en los largos años de la dictadura franquista. Acontecimiento histórico trascendental, sin lugar a duda.
Sin embargo, junto al PCE, la organización sindical que se dudó en su legalización por lo que había representado en la historia de España fue la CNT. El poderoso movimiento libertario había mantenido una dura lucha contra el franquismo en la década de 1940 y parte de 1950. Siempre existieron estructuras anarcosindicalistas en el interior del país, de forma clandestina, y más en los distintos focos del exilio confederal (Toulouse, Argelia, México, Marruecos, diversos países latinoamericanos).
Cuando llegó la hora de la reconstrucción, la CNT lo hizo con fuerza y vigencia. Volvía a presentarse ante la opinión pública española como la organización sindical que marcaba una forma distinta de sindicalismo: la acción directa. No iba a entrar en la formulación de representación nueva como no lo hizo en el pasado en las Juntas Locales de Reforma Social, los Comités Paritarios o los Jurados Mixtos.
El 7 de mayo de 1977, los históricos Juan Gómez Casas y Pedro Barrio presentaban los estatutos de la CNT, que eran aprobados unos pocos días después. Con ello el anarcosindicalismo volvía a la legalidad tras 38 años de persecución y clandestinidad provocada por la imposición de la dictadura franquista.
Han pasado 45 años de aquel hecho. Merece la pena recordarlo porque si hubo una organización que dio una gran contribución de sangre contra la dictadura franquista esa fue la Confederación Nacional del Trabajo.
Lo que pasó después es otra historia que merece un análisis más profundo y en otro espacio
(Publicado originalmente en El Obrero)