06/07/2021

Maria incoherencia

Escrito por Inma Iglesias Guerra

María Incoherencia tiene 38 años, ella es muy celosa de su intimidad y me ha pedido que no ponga su nombre real, por supuesto yo obedezco, porque hay una Ley de Protección de Datos que la ampara y me caería un buen paquete. Marinco para los amigos; como casi toda su generación, es usuaria habitual de redes sociales, especialmente de Instagram; donde publica fotos y stories casi a diario, sabemos sus rutinas, como es su casa, lo que come, sus tiendas favoritas, como ordena sus armarios, hasta cómo caga su perro…pero yo tengo que cambiar su nombre para escribir sobre ella.

Ella tiene un niño de tres años, que este curso ha empezado el cole. Cuando se hace cualquier tipo de evento extraescolar, los padres y madres deben firmar autorización para que se les puedan hacer fotos a los pequeños; fotos que normalmente se distribuyen por los canales oficiales e internos del centro, o que a lo sumo se exponen en algún tablón del colegio, ella siempre firma con un NO; los niños y niñas no tienen que exponerse en lugares públicos y menos con las cosas tan raras que se oyen hoy en día. Eso sí, yo sé el día que a ese niño le salió su primer diente, le ví entrar llorando al cole el primer día e incluso sé el día que empezó a andar…porque su madre lo publicó en redes sociales.

Marinco trabaja de funcionaria, siempre fue buena estudiante y cuando acabó sus estudios y tras varios trabajos precarios y mal pagados, decidió preparar oposiciones. Le daba un poco igual de qué, así que se presentaba a todo, estuvo unos años de interina recorriendo casi toda la administración pública, hasta que finalmente sacó plaza en Hacienda. Ahora tiene un buen horario y un buen sueldo, vive bien, para que negarlo… sin embargo no soporta que la gente haga los típicos comentarios acerca de lo bien que viven los funcionarios. No lo entiendo, si vives bien es una suerte, no hay que fingir que se vive mal cuando además te has ganado el puesto con el sudor de tu frente, o más bien con el desgaste de tus codos. Pero ella es así, como su propio nombre indica.

Como trabajadora de la Administración Pública, en la que debería creer como parte fundamental del Estado de Bienestar, lleva a su hijo a un “buen” colegio privado y paga un seguro médico en el IMQ. Eso sí, llena las redes sociales de consignas a favor de la Educación Pública y la Sanidad universal, porque ella es muy de izquierdas, que es lo que mola y muy feminista que es lo que también mola; aunque luego no vaya jamás a un manifestación ni sea capaz de callarle la boca a cualquiera de esos machirulos que suelta perlas por la boquita mientras el resto le ríe las gracias, y además siga opinando que las mujeres entre nosotras nos puteamos en los trabajos… pero ella es muy de izquierdas.

Pero cuando se oyó por el barrio que se iba a abrir un centro para personas sin hogar , enseguida firmó para que no lo pusieran allí, está bien que “esta gente” tenga ayuda, pero no se les puede poner al lado de donde juegan los niñ@s, porque vete tú a saber…

También está muy a favor del Comercio Justo, la alimentación de Km.0 , la lucha contra el cambio climático y el rollo este de los plásticos; lo ha estado pensado todo mientras hacía cola en el Primark ese que inauguraron el 20 de mayo y que hasta esta semana no ha tenido unas colas asumibles. Será un poco mierdoso, no te digo yo que no, pero para el crío ahora que en verano manchan tanto, hay camisetas a 1,99 y pantaloncetes a 2,99. Así que le ha comprado de todos los colores y le ha dicho a la cajera que no le diera bolsa, que ya lleva ella una de rafia en el bolso de esas plegaditas, que no se puede permitir lo que se está haciendo con el planeta,- nos estamos cargando todo y vosotras sois las que venís detrás y vais a sufrirlo- le ha soltado a la veinteañera que la ha mirado con cara de vaca que mira al tren.

Agotada se ha ido hasta el Starbucks y se ha regalado un Moka Caramel; es carísimo y derrochan plástico en todas sus instancias, pero ¡¡¡está tan rico!!!, un caprichito de vez en cuando no hace daño a nadie.- Está claro que todas tenemos nuestras pequeñas incoherencias-, se ha dicho a sí misma con autocondescendencia.

María Incoherencia podría ser yo en muchos momentos de mi vida, tú también, él… casi tod@s nosotr@s. Porque la incoherencia es la auténtica pandemia de este tiempo en el que vivimos, y tod@s la padecemos en mayor o menor medida.

Admiro a toda la que lo consigue, a todo el que logra equilibrar su forma de pensar con su forma de vivir, que en este mundo capitalista en el que vivimos es harto difícil por no decir imposible. Una vez , Arcadi Oliveres en una de sus magistrales charlas, en la que estaba haciendo una crítica tremenda a Nestle como multinacional abusadora, confesó que sin embargo le encantaba la Caja Roja de bombones, y que aunque sabía de su terrible incoherencia, no podía evitar de vez en cuando caer en la tentación.

Y así son nuestras incoherencias; tentaciones que nos atrapan y nos trasladan al lado oscuro por momentos. Lo bueno es saber reconocerlas y asumirlas, que es el primer paso para intentar evitarlas.

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