26/07/2023

“A VUELTAS CON LOS CLÁSICOS”

Escrito por La Prima de Emma

Escrito por "La prime de Emma"

 

  • Cuando era pequeña me costó mucho aprender a leer por culpa de la dislexia, pero cuando lo conseguí se abrió ante mí un mundo nuevo, y así, de la mano de los clásicos aprendí a no confiar en los desconocidos, después gracias a Julio Verne soñé con pisar la luna y con “La Madre” de Gorki descubrí el espíritu de lucha y el amor incondicional de una madre. Por lo que puedo decir, que gracias a todas estas historias que han pasado por mis manos desde “Caperucita” hasta las novelas del realismo mágico he aprendido algo a lo largo de mi vida, así que, desde mi humilde opinión, creo que es un gran error rechazar los cuentos clásicos o censurar algunas películas para cumplir con la perspectiva de género.

 

Antes de empezar, me gustaría subrayar que soy educadora, madre, pero sobre todo feminista, y que los roles que aparecen en la mayoría de los cuentos clásicos no me gustan nada. De hecho, es evidente que el “objetivo” de las protagonistas femeninas es encontrar un príncipe que las salve, las "malvadas" son brujas que quieren conseguir la belleza de la protagonista, y los personajes masculinos deben ser siempre guapos, valientes y fuertes. Así que está claro que los cuentos clásicos son machistas o refleja roles machistas, pero antes de dejarlos en el ostracismo deberíamos tener en cuenta otros factores.

Primero, antes de rechazar los cuentos tradicionales, deberíamos tener en cuenta que la mayoría de las veces son un reflejo de la sociedad y de la época en la que fueron escritos. En segundo lugar, no podemos olvidar que las versiones que casi siempre nos llegan son edulcoradas y, además, a menudo con una visión Disney. Si de verdad nos acercáramos las versiones originales, nos daríamos cuenta de que no sólo eran moralistas, sino crueles, si tomamos por ejemplo el cuento de “Hansel y Gretel” nos muestra unos padres que como no podían ocuparse de ellos, los dejaron abandonados en el bosque, hecho que en nuestra sociedad sería impensable.

Por otro lado, si dejamos al margen los estereotipos machistas, en los cuentos tradicionales aparecen valores y actitudes que los niños y niñas deben aprender e interiorizar en su proceso de maduración, como pueden ser el compañerismo o el trabajo en equipo, y además con algunos de ellos, podemos hablar de temas que no son fáciles, como la pérdida de un ser querido, pero sobre todo, los cuentos son una herramienta imprescindible para desarrollar la imaginación y la curiosidad.

Para terminar, quisiera remarcar como mujer y feminista, que conceptos como la igualdad y la paridad no pueden ser fruto de una prohibición, y está claro que no podemos convertirnos en las próximas Torquemada. Por lo que desde aquí os pediría, que antes de dejar de lado los cuentos de siempre, volver a tomarlos y a disfrutarlos y os daréis cuenta que, con un poco de imaginación, se puede dar la vuelta a todos esos roles machistas y así, convertirlos en herramientas para mostrar lo que no queremos en nuestro presente y en nuestro futuro. Y sí, es cierto que los cuentos tradicionales que nos han llegado tienen un tinte sexista, y presentan estereotipos, conductas y roles que debemos erradicar como los que encontramos en Caperucita, La Cenicienta, La Bella y la Bestia… o la violencia de género en Barba Azul. Y otros, en los que se rechaza a los diferentes, como el Patito Feo. Sin embargo, no podemos olvidar que los verdaderos cuentos populares no eran así, pero cuando pasaron a la letra impresa se cercaron, edulcoraron y se convirtieron en modelos de una sociedad que, en materia de género, relegaba cada vez más a la mujer a planos secundarios o inexistentes. Así que quizá deberíamos defender el legado de los cuentos populares que nos dejaron, entre otros, los hermanos Grimm.

Dicho todo esto, os recuerdo que la prohibición nunca es el camino, si no ¡Lo tenemos claro!

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