El viento gallego es como llamamos al que suele traernos las lluvias a las tierras vascas. Es un viento frío, húmedo y desapacible, que entre brumas, torna el cielo en plomo y nos escupe sin piedad sus aguaceros del noroeste. En esta ocasión, el noroeste trae olor a elecciones, que lejos de parecerse al agradable petricor de la tierra humedecida por las tormentas de verano, resulta ser un tufo a papel mojado, halitosis de cura y perfume barato de vendedor de crecepelo. En breve, el páter Urkullu, anunciará en su homilía dominical la fecha de las elecciones en las que…