La violencia

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"... Entretanto la policía se había dado cuenta de nuestra presencia, acudiendo en gran número mandada por el inspector Visedo, que llevaba un levitón gris y un sombrero de copa de los más relucientes...El inspector avanzó decidido contra nosotros seguido de sus agentes; pero Castell, que por andar algo cojo utilizaba un rudo bastón, lo descargó sobre la chistera del policía, abollándosela y dejándolo sin sentido... La policía se mostraba incansable repartiendo sablazos a troche y moche, mientras los revoltosos respondíamos con certeras pedradas. Desde los balcones los vecinos arrojaban sobre los adictos de Visedo toda suerte de extraños proyectiles, entre los cuales cubos y escupideras, y voces femeninas se oían azuzando a los hombres contra los enemigos del pueblo...”

(Recuerdos de Pedro Vallina del pasado siglo)

Se acusa por parte del estado a la anarcosindical de violenta. Si acorralas a un perro, le pegas con un palo y el perro te muerde, difícilmente podrás llamar al perro violento.

Vivimos en un mundo violento, pero no somos precisamente sus creadores.

La violencia organizada por parte del estado capital se manifiesta de muy diversas formas. Violencia es la contaminación, las muertes en el trabajo o yendo hacia él, las enfermedades profesionales que se producen por falta de seguridad, la explotación cotidiana en la empresa, el sostenimiento de unas fuerzas armadas cuya única misión es el asesinato y exterminio, las hambrunas que devastan los pueblos, la deuda externa... Violencia es la planificación sistemática de la represión por parte del gobierno y el robo a la sociedad.

La anarcosindical se haya en pugna abierta con el estado, y en todo caso se la puede acusar de llevar esta lucha a sus últimas consecuencias, y resistir con todos los medios que encuentra a su alcance. Pero la CNT no es violenta, ni partidaria de la violencia ni de esas pamplinas. La anarcosindical rechaza rotundamente la violencia.

No tenemos un estado mayor que planifique muertes, ni torturas, ni secuestros, ni actividades represivas, ni guerras, ni despidos, ni cárceles, ni juicios... Romper una máquina, hacer una huelga, no comprar productos Nestlé, ayudar a otros anarcosindicatos, hacer asambleas... No es violento. Pero si en esta lucha franca, sincera y abierta por nuestra parte contra el poder y la autoridad, algún esbirro se lleva un lamentable mordisco... ¿Es culpa nuestra?