¿En qué se diferencia de otros sindicatos y movimientos sociales?

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El anarcosindicalismo tiene el convencimiento de que las causas de la desigualdad social y la injusticia, se basan en el poder, en el principio de autoridad, que hace que una minoría mande, dispongan de la riqueza que genera la sociedad y mantenga sus privilegios por medio de la violencia, y la mayoría obedezca, no tenga más que lo puesto para subsistir y sufra la violencia de este grupo minoritario.

En consecuencia, el anarcosindicalismo, para eliminar la injusticia se opone al principio de autoridad, a la decisión de las élites y a la representación máxima del poder: El Estado.

Frente a la Organización jerárquica y autoritaria del estado-capital, y de su aparato represivo, el anarcosindicalismo opone su No-Organización. Esta supone un proceso, en el que las decisiones se toman desde la base, en el que la gente participa, en el que no hay liderazgo (o está muy limitado), no hay represión y existe plena libertad e igualdad en el intercambio de ideas, opiniones e iniciativas. El anarcosindicalismo procura parecerse lo menos posible al Estado-Capital. Es pues la más anti-organización del modelo organizativo existente en nuestros días: El autoritario.

Ya sea por la espada, la recompensa o la religión, muchas fueron las jefaturas que sintieron la llamada, pero pocas las que lograron la transición hacia el estado. Antes que obedecer las órdenes de trabajar y pagar tributos, las gentes del común intentaban huir a tierras de nadie o territorios sin explorar. Otros se resistían e intentaban luchar contra la milicia. La mayoría de las jefaturas que intentaron imponer sobre una clase plebeya cuotas agrarias, impuestos, prestaciones de trabajo personal y otras formas de redistribución coercitivas, volvieron a formas más igualitarias o fueron totalmente destruidas. ¿Por qué unas triunfaron mientras otras fracasaron? Los primeros estados evolucionaron a partir de jefaturas, pero no todas las jefaturas pudieron evolucionar hasta convertirse en estados. Para que pudiera darse la transición tenían que darse dos condiciones: La población no sólo tenía que ser numerosa (de 10.000 a 30.000 personas), sino que también tenía que estar circunscrita, es decir, estar confrontada a una falta de tierras a las que pudiera huir la gente que no quería soportar reclutamientos, impuestos y órdenes.”

(Marvin Harris: Jefes, cabecillas y abusones)